martes, 2 de septiembre de 2014

True Blood; adiós a los vampiros de Luisiana


True Blood es una serie de televisión, compuesta de siete temporadas, que ha sido emitida en la cadena estadounidense HBO desde 2008 hasta 2014. True Blood fue creada por Alan Ball (A Dos Metros Bajo Tierra) quien se basó en la serie de novelas Southern vampire escritas por Charlaine Harris. La serie está protagonizada por, entre otros, Anna Paquin, Stephen Moyer o Alexander Skarsgard y si por algo será recordada es por su gusto por el sexo y la sangre, pero, sobre todo, por la locura de sus tramas.


Los vampiros existen y han decidido salir a la luz. Durante años han vivido ocultos pero ahora todo ha cambiado y a los humanos no les queda más remedio que adaptarse a esa nueva situación. Sookie Stackhouse (Anna Paquin) es una camarera de Bon Temps que, desde pequeña, ha sido capaz de conocer los pensamientos de todos los que le rodean pero un día conoce a alguien cuya mente no puede leer: el vampiro Bill Compton (Stephen Moyer). 


A pesar de su temática, True Blood no es una serie de terror. Más bien es un drama de tintes sobrenaturales protagonizado por humanos, vampiros y todo tipo de criaturas fantásticas. A lo largo de las siete temporadas que duró True Blood, además de vampiros, habrá sitio para licántropos, hadas, fantasmas y seres mitológicos varios y las relaciones que se establecen entre ellos y  los humanos serán la columna vertebral de la serie. En realidad, la relación que sirve de detonante para el inicio de esta historia es la que se establece entre Sookie (Anna Paquin) y el vampiro Bill (Stephen Moyer), quienes también son pareja en la vida real. Gracias a este noviazgo conoceremos a los que son, sin duda, los mejores personajes de la serie: el vampiro Eric Norhtman (Alexander Skarsgard) y su progenie, Pam Ravenscroft (Kristin Bauer).

Y precisamente han sido estos dos personajes los que han conseguido mantener gran parte del interés en una serie que estaba en caída libre desde su quinta temporada. Las primeras temporadas eran una deliciosa locura en la que, entre coito y coito, iba apareciendo un personaje más sorprendente que el anterior, provocando que la trama se fuera haciendo cada vez más compleja hasta desembocar en finales de temporada de lo más impactantes en los que moría hasta el apuntador pero, con el paso de las temporadas, la serie perdió su frescura y, sobre todo, su capacidad de sorpresa. Y de ahí a su cancelación había sólo un paso.

Por mí parte, casi me alegro de la cancelación de la serie porque cada vez se me hacía más cuesta arriba terminar cada temporada. En la cuarta temporada ya empezaba a haber síntomas de agotamiento pero lo arreglaron regalándonos una season finale marca de la casa, que fue lo mismo que pasó con la quinta temporada. Sin embargo, de nada nos sirvieron las buenas sensaciones que dejó el último capítulo de la quinta temporada porque la sexta fue tremendamente aburrida y sólo la promesa de que la siguiente era la última fue lo que impidió que mucha gente la relegase al olvido.De la séptima temporada sólo voy a destacar que el final fue bastante polémico y, los que lo hayáis visto, entenderéis porqué. A mí me parece que el final es una especie de metáfora de lo que ha sido la serie en los últimos años: una decepción constante con un par de momentos brillantes por temporada.

Seguro que los que no hayáis visto True Blood nunca os preguntaréis como se caracterizarán las criaturas fantásticas de esta serie pero ya os advierto que no hay mucho que contar porque, en ese sentido, la serie no destaca especialmente. Los vampiros se rigen, mayoritariamente, por las reglas tradicionales (luz y estacas son mortales, no pueden entrar en una casa sino son invitados…) pero su aspecto es totalmente humano (sólo son más pálidos), únicamente sacan los colmillos de vez en cuando y no se transforman en murciélagos ni en ninguna otra cosa. Los licántropos, cuando se convierten, son, literalmente lobos y el resto de criaturas fantásticas que aparecen apenas modifican su anatomía.  Pero, como digo, este aspecto es poco relevante en el desarrollo de True Blood.

Me cuesta mucho decidir si os recomiendo esta serie o no. Las primeras temporadas son una gozada pero en las tres últimas la serie cayó tan estrepitosamente que cuesta recomendársela a nadie. Lo bueno es que las temporadas son cortas (12 capítulos como mucho) pero mucho os tendrá que gustar desde el principio para que seáis capaces de terminarla. Personalmente, y a pesar de todo, sé que voy a echar de menos a los vampiros más sexys de Luisiana.

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